Pocas tecnologías han influido tanto en el mundo del automóvil como el GPS. Desde su lanzamiento para uso comercial en 1985, ha evolucionado de tal forma que se ha convertido en el compañero de viaje indispensable, capaz de guiar por las mejores rutas, las más cortas, las más rápidas, las más ecológicas e incluso las que ofrecen mejores vistas.
Pero su destino no se limitará a ser una herramienta de uso personal y profesional. El futuro del GPS está ligado, entre otras cosas, al del coche autónomo.
La tecnología del coche autónomo
Los coches autónomos necesitan los sistemas tecnológicos más avanzados. Se trata de transportar a las personas de forma segura y, para esto, el vehículo necesita “ver” y “oír” lo que le rodea: la carretera, los demás vehículos, semáforos, señales de tráfico, pasos de peatones, ciclistas…
Para hacerlo, para ver y oír lo que tienen alrededor, disponen de múltiples sensores que funcionan como terminaciones nerviosas y que les permiten percibir el entorno. Hoy en día, los coches conectados pueden crear hasta 25 Gigabytes de datos por hora, lo que equivaldría a 30 horas de vídeo en alta definición o 24 horas diarias de streaming musical de alta velocidad durante un mes. En el caso de los vehículos autónomos, estas cifras se multiplicarían considerablemente.
El GPS del futuro
Uno de los sistemas más importantes para un coche autónomo es el GPS, que posibilita, por un lado, marcar la ruta a seguir y, por otro, situarlo en un mapa de forma correcta y en tiempo real. Es la forma de asegurar que el vehículo sigue la ruta establecida y por el carril por el que tiene que circular, sin entorpecer a otros conductores. Para ello hacen falta dispositivos GPS muy potentes, incluso en lugares con poca cobertura, para que la precisión siga siendo máxima y se garantice una total seguridad. Por ejemplo, si salirse del carril establecido puede ser peligroso en cualquier carretera, en un puente o en un camino cerca de un acantilado resulta vital evitar cualquier desviación, por mínima que sea. Ahí está la clave de cómo serán los GPS del futuro.
Pero no se limitarán a informar sobre las rutas dónde los vehículos deben circular. Los datos de posicionamiento podrán visualizarse en tiempo real y sobre un mapa (de hecho, esto ya es posible en la actualidad con sistemas telemáticos de gestión de flotas), a través del teléfono móvil o de cualquier dispositivo conectado. De esta manera, si se ha enviado el coche autónomo a recoger a una persona o un paquete a un lugar, se podrá saber en todo momento dónde se encuentra, a qué hora llegará o la situación del mismo.
Mapas en 3D
Papel fundamental tendrán también los mapas, que necesitarán ser extremadamente precisos. Hay quien dice que los mapas ya no serán necesarios para los coches autónomos, ya que será suficiente con los sensores de reconocimiento que les dirán lo que tienen alrededor. Sin embargo, esto no es cierto, ya que contar con un mapa reduce el trabajo del software que tiene que procesar toda la información. Así se evita que el sistema se sobrecargue o que “se quede colgado” en el peor momento. Al comparar el entorno actual con lo que se prevé en el mapa, el software puede enfocarse únicamente en aquello que sea diferente, como un peatón, de forma que su trabajo se reduce enormemente.
Pero estos mapas no serán como los que manejan habitualmente los navegadores actuales, sino que serán mapas en 3D. Y no solo mostrarán las vías, sino también los edificios, los árboles, las señales de tráfico o los semáforos. TomTom es una de las compañías que más están invirtiendo en desarrollar este tipo de mapas 3D, ya que considera que cumplirán una función de seguridad crítica.
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