La presión para que las empresas reduzcan su huella medioambiental está aumentando. Uno de los objetivos acordados en la Unión Europea como parte del marco de actuación en materia de clima y energía hasta el año 2030 consiste en reducir las emisiones de gases de efecto de invernadero en la UE en al menos un 40% para 2030 (con respecto a los niveles de 1990).
Pero no es solo una cuestión normativa, las empresas son cada vez más conscientes de la importancia de la sostenibilidad. Al fin y al cabo se trata de mantener el planeta en buenas condiciones para la vida; no es una moda, es supervivencia.
Esta conciencia medioambiental también la estamos viendo en las empresas con flotas de vehículos. En los últimos años cada vez hay más compañías que nos señalan como uno de sus objetivos principales la reducción de su huella medioambiental.
El papel de la flota en el cambio
El transporte representa el 25% de las emisiones totales de gases de efecto invernadero en España. Y España es también uno de los cinco países a los que la Comisión Europea les ha dado un ultimátum por su incumplimiento reiterado de la obligación de reducir los límites de contaminación del aire con dióxido de nitrógeno, una sustancia que se ha demostrado que es claramente perjudicial para la salud.
Muchas organizaciones pueden creer que no juegan un papel importante en la contaminación y que el cambio climático es responsabilidad de las grandes fábricas. Pero no es así. Un vehículo de transporte de pasajeros medio emite alrededor de 4,7 toneladas de CO2 al año. No es una cifra baja. Y si hablamos de una flota de varios autobuses, las emisiones se multiplican.
Un plan de sostenibilidad que se paga solo
Un sistema de gestión de flotas puede proporcionar cifras precisas de la cantidad de combustible consumido y las emisiones creadas, a la vez que permite la identificación de las causas que pueden provocar un exceso en las mismas.
Además, el consumo de combustible es uno de los indicadores de rendimiento clave cuando se trata de reducir las emisiones y la telemática permite a los gestores explorar la correlación entre esta medida y el estilo de conducción. Es decir, para reducir emisiones reducimos consumo de combustible, con el ahorro que esto conlleva.
Mejorar el estilo de conducción es una forma sencilla de lograr mejoras significativas a la hora de tener una flota más sostenible. Identificar el problema y poner solución mediante formación específica a los conductores que lo necesiten es la clave. Igualmente, optimizar las rutas y mejorar la navegación es útil para reducir el número de kilómetros recorridos y ser más eficientes y sostenibles.
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